jueves, 7 de agosto de 2008

Articulo de la F.L.I.A. en la revista Sudestada



Una Feria del libro en la que encontramos todo lo que puede ofrecer el arte como expresión alternativa. Stands improvisados donde conviven libros, fanzines y discos; escritores, poetas y músicos independientes. Una feria que desde hace tiempo se ganó un lugar en las miradas de un público inquieto en la búsqueda de otras formas de arte. Radiografía de la FLIA, un fenómeno que viene abriéndose paso en la cultura urbana.

Desde hace algunos años, existe un espacio que tomó importante trascendencia y que se fue transformando en un fenómeno cultural, social y político de referencia para los diferentes grupos que lo conforman y para aquellos que visitan sus exposiciones.

Se trata de la FLIA -Feria del Libro Independiente y Alternativa, Autónoma, Autogestiva y Amiga- que se lleva a cabo varias veces al año y que, como su nombre lo indica, es nada más ni nada menos que una gran feria de ediciones independientes, pero con el condimento extra de que se puede encontrar poesía y música en vivo, y proyecciones de filmes y documentales.

Organizada por diferentes grupos artísticos, la FLIA, en un principio, nació como una respuesta a la tradicional Feria del Libro de Buenos Aires, que año tras año dejó de lado su función como generadora de cultura para darle paso a lo que se fue transformando: un paseo de compras donde conviven la venta de libros de las grandes editoriales y la de sistemas de seguridad varios. Y esa respuesta fue tomando eco a través del tiempo y la necesidad de infinitos autores independientes que querían publicar sus trabajos y que quedaban fuera del mercado editorial.

Los inicios

La primera FLIA se realizó frente a las puertas mismas de la Sociedad Rural -lugar físico donde se desarrolla la feria oficial- como si fuera una contraferia del libro, para demostrarle a los grandes popes de las empresas editoriales que otra literatura se estaba produciendo, que otras voces son las que querían hacerse escuchar. Pero claro, la idea no pasaba solamente por quedarse en la protesta contra el evento, sino que la obligación era generar un espacio habitual donde pudiesen encontrarse esas voces. Protesta más propuesta fue la ecuación que dio el maravilloso resultado que surge del fenómeno. A partir del momento en que dieron el puntapié inicial, decidieron que no podían quedarse en el simple reclamo y, a través de reuniones que se fueron realizando entre quienes empezaron con esta odisea, comenzaron a barajarse lugares para ponerla en funcionamiento: una asamblea en Palermo, el edificio del Sexto Cultural en la zona de Chacarita, una de las sedes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA o las instalaciones de la fábrica recuperada IMPA son algunos de esos espacios que en estos últimos años fueron utilizados como puntos de encuentro.

Cabe destacar que la FLIA no busca subsidios, ni créditos, ni auspiciantes, y la convocatoria se hace a través de listados de correo electrónico, diferentes sitios web y el conocido “boca a boca”.

Los antecedentes

La historia de la FLIA comenzó a forjarse desde mucho tiempo atrás, cuando diferentes grupos culturales que venían realizando actividades de todo tipo confluyeron y se organizaron para darle forma a este proyecto colectivo. El antecedente más cercano tal vez haya sido el ciclo “Poesía de miércoles”, donde confluían los grupos Ocio Verde, El Asunto, Poesía Urbana y la editorial independiente Milena Cacerola, como epicentro en radio La Tribu. Allí se reunían todas las semanas, y la poesía, la música y la literatura eran los invitados de lujo. Así lo cuenta Pablo Om del grupo Ocio Verde: “Esa fusión que se dio en La Tribu generó que se fuera sumando gente que llegaba desde diferentes espacios culturales. Ese ciclo era muy parecido a lo que hoy es la FLIA, es decir, recitados junto con feria y música, pero con la diferencia de que era para menos gente”.

Los pasos previos a la conformación de la FLIA tienen muchas versiones, pero todos coinciden que fueron producto de las diferentes propuestas culturales de diversos grupos que abundaban en los suburbios de la ciudad luego de la crisis de 2001.

Para Javito, de Poesía Urbana, la contraferia fue el punto de partida, así lo cuenta: “La FLIA fue la línea continuadora de lo que hizo Maldita Ginebra, que fue otro grupo que se sumó a la contraferia. Éramos gente que, de alguna forma, estábamos en la misma; que venía del punk, de la feria de Congreso, de todos esos ámbitos”.

Ezequiel Ávalos es escritor, periodista, y parte de la FLIA desde el comienzo. Aquí da su versión sobre cómo fue creciendo el fenómeno y qué generó: “Cuando comenzamos había un cierto impulso que contagió bastante, uno veía que el otro hacía algo y se sumaba, fue clave la idea de no quedarse en la protesta y generar un espacio. Había una necesidad de los escritores independientes porque ellos finalmente le terminaban regalando sus libros a sus parientes, y se toparon con este ámbito en donde generan un espacio propio. Con esto demostramos que nosotros también podemos publicar libros, editar discos de poesía, distribuirlos y venderlos”.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº71 - Agosto 2008)